Esta pudo ser uno de las muchas misas que celebró San Juan de Mata (Mural del Monasterio de las Trinitarias de Laredo, España. Foto: Sergio Pereira). |
Patrona coprincipal de la Orden Trinitaria
Recuerden cuándo fue la primera vez que han hecho algo sensacional. Tengan en sus mentes uno de los momentos más especiales de sus vidas, diversas experiencias familiares, la escuela, el colegio, los amigos de infancia, el primer beso, los sacramentos recibidos, etc. Yo por lo menos, me acuerdo incluso de mi bautismo, tenía cinco años, me vistieron de marinerito. Todos, recuerdos especiales y recuerdos tristes. No todos edifican, pero están ahí. Ahora recordemos ese momentos especial de nuestro encuentro con Dios, el punto inicial de lo que podemos llamar nuestra conversión, donde Dios tocó tu vida y sentiste su mano y su acción en ti. De verdad que debió ser un momento muy especial.
Pues de eso se trata la fiesta que celebramos hoy. Más allá de la figura de santa Inés, que tiene muchas cosas especiales y bonitas, que el santoral nos lo ha recordado; más allá de su protección a nuestra amada Orden; celebramos la fiesta de un encuentro especial, el día que san Juan de Mata vio el dedo de Dios que le indicaba el camino, sintió la mano de Dios que le empujaba a ir más allá de lo que él se había propuesto en su vida. Gracias a esa experiencia, los trinitarios podemos, todavía hoy, contar las maravillas que el Señor ha obrado en el mundo y en su Iglesia.
Yo me imagino que Juan de Mata siempre tuvo presente lo ocurrido en su primera Eucaristía y cada acción estaba llena de su primera experiencia. Todo lo que hizo en adelante, tenía como fundamento esa experiencia: ir a Cerfroid, fundar la Casa de la Trinidad y luego la Orden de la Trinidad. Dicha Orden se encargará de perpetuar lo que él había vivido en esa experiencia.
No. No se trata de s. Inés. No se trata de la fundación de la Orden. Se trata, de nuevo, de la Encarnación de Dios en la historia humana, en la vida del hombre, que mueve lo más profundo y permanece para siempre.La experiencia de Dios en Juan de Mata, es únicamente suya, nosotros hemos tenido las nuestras. Pregúntate cuál fue ese momento o esos momentos de encuentro íntimo, fundantes, fuertes, místicos, de tu vida, y echa mano de ello, porque seguramente te llevarán adelante, hasta el final, te motivarán en el momento de aflicción, te iluminarán en el momento de las tinieblas y tentaciones, te guiarán cuando te sientas perdido, te acompañarán y serán la razón de tus alegrías y motivaciones. Te darán esta esperanza en el momento de la agonía: esa experiencia fundante será eterna, llegará a la plenitud, pues lo que hemos vivido, lo que pregustamos, en unos o varios momentos, lo viviremos en su plenitud con Aquel que vino a nuestro encuentro.