Mostrando entradas con la etiqueta Colombia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Colombia. Mostrar todas las entradas

jueves, 22 de febrero de 2018

Así inicio mi camino de conversión

Quiero compartir con ustedes este testimonio que había escrito hace muchos años, en mi página de Facebook. Quizás mucho de ustedes lo hayan leído, pero para aquellos que no me siguen en esa red social y que quieren conocer un poco de la historia de mi amor con Dios, aquí les dejo este resumen. Espero les sirva para algo, al menos para comprender un poco de por qué este servidor está tan enamorado de Jesús.

¡BENDITA SEA LA SANTÍSIMA TRINIDAD!   

Querida familia: Quiero compartir con ustedes mi testimonio de conversión. Se que muchos de ustedes se preguntarán por qué yo he decidido tomarme en serio mi fe católica y más aún, consagrarme como sacerdote. Intentaré, lo más resumidamente posible, dar una respuesta. Antes que nada me presento, quizá hay miembros de la familia que no me conocen. Mi nombre es Sergio Jeair Pereira Fernández, hijo natural de Gloria Pereira, pero por diversas circunstancias, adoptado por Gloria Helena Fernández Cantillo (que en paz descanse), a quien le faltó solo darme la vida. Nací en Ciénaga-Magdalena, terruño de nuestra familia. El resto de la historia no se entendería sin mi experiencia de fe. 

Llamado a la fe: de niño recibí poca formación en la fe en el ambiente familiar. Esta se limitó solo a los rezos que nos enseñaban en la escuela, recuerdo especialmente la preparación a la primera comunión que recibimos mi prima Marianella y yo, donde nos hicieron tragar de memoria Credos, Padres Nuestros y Aves Marías. Sin embargo el terreno, al menos el mío, no era fértil porque no estaba preparado, yo lo veía como lo vio la mayor parte de la gente, un evento social más que había que cumplir. Sin embargo, el Señor hizo que mi madre, Edgar (mi hermano) y yo nos trasladáramos al barrio de La Floresta, en una casa de esquina, cuya única vecina era una iglesia en construcción, la actual parroquia del Divino Niño. Digo que el Señor lo permitió porque cada vez que había algo especial en dicha iglesia yo siempre participaba, no había más cosas en que divertirse, no tenía muchos amiguitos en el barrio, que se limitaba a cuatro casas y la iglesia. Esto para mi fue una especie de preparación a la fe, pero, al mudarnos a la ciudad de Barranquilla, me fui alejando de ella. 

Tuve que esperar a los 16 años para que me picara el bicho de la curiosidad. Mis inquietudes religiosas me llevaron a aceptar todas las invitaciones que venían de mis amigos: cultos adventistas, evangélicos, pentecostales (unitarios y trinitarios), testigos de Jehová y finalmente, un grupo con el que me identifiqué mucho, los mormones.  Cande, la hija de mi padrastro, tenía unos amigos mormones. Yo, que me la llevaba muy bien con ellos, sobretodo con Lina y Cielo, de la tienda de la esquina, me interesé mucho por saber más sobre sus doctrinas, así que acepté las enseñanzas de los élderes (misioneros de esa iglesia) y estuve dispuesto a bautizarme. Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es el nombre completo de dicha iglesia, quienes, en resumidas cuentas, creen que la Iglesia fundada por Jesucristo, desapareció con la muerte del último apóstol, Juan, y que un ángel del cielo, llamado Moroni, se apareció al profeta José Smith, en los Estados Unidos, mostrándole un lugar donde se encontraba escondido un libro sagrado, llamado el Libro de Mormón, que sería una especie de segundo testamento de Cristo, con una historia de la supuesta verdadera fe de los primeros habitantes de América. Según ellos, el mismo Smith restauraría la verdadera Iglesia en 1830. Más allá de estas cosas, los mormones tienen un sistema ético muy desarrollado y un convencimiento de su fe que es impresionante. Ellos me enseñaron la importancia de la oración personal, no recuerdo haber orado jamás en la intimidad de mi vida sino hasta ese momento.  

Una cosa importante sucedió en ese tiempo, que cambiaría mi vida, uno de los élderes me dijo, que tenía que orar al Padre Celestial y pedirle que me indicara: si el Libro del Mormón y el profeta José Smith eran verdaderos. Así lo hice, en la intimidad de mi habitación, pregunté al Señor si el Libro de Mormón era verdadero. Sentí que había orado con sinceridad, desde lo profundo de mi corazón y esperaba una respuesta de Dios a mis oídos, sin embargo, no fue así como el Señor se me reveló. Al lado de mi cama siempre había habido una Biblia, vieja y rota, me valí de ella para buscar respuestas, abrí al azar y salió el siguiente texto: Gálatas 1, 6-8 Me maravillo de que abandonando al que os llamó por la gracia de Cristo, os paséis tan pronto a otro evangelio, no que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren deformar el Evangelio de Cristo. Pero aún cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!. Debo contarles que yo quedé anonadado, un joven de 16 años ha hecho una pregunta a Dios y ha recibido una respuesta así clara, mi nuevo mundo comenzaba a desmoronarse.  Insistí y abrí de nuevo la Palabra al azar diciendo en mi mente que quizá fue una casualidad, de repente me salió el texto de Mateo 24, 23-24 Entonces, si alguno os dice: «Mirad, el Cristo está aquí o allí, no le creáis» porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible a los mismos elegidos. De esa manera, yo di por sentado mi interrogatorio, pero una cosa me quedó clara: si le preguntamos a Dios, Él nos responde. A partir de ese momento yo comencé a alejarme paulatinamente de los mormones, pero continuaba creciendo mi relación personal con Dios, él se vale de los medios más increíbles para acercarnos a su amor. La gota que desbordó la copa, para alejarme definitivamente de ellos, fue que estando en una reunión de jóvenes mormones, hablábamos de las iglesias, un joven recién convertido al mormonismo dijo estas palabras “la Iglesia católica es la ramera de todas las religiones, porque de ella nacieron todas las falsas iglesias que hoy existen”. No sabría explicarles que sentí en ese momento, no lo podía tomar como algo personal, porque no creo haberme sentido católico en ese tiempo, aunque si cada vez que me acercaba a la Palabra me sentía más atraído hacia esa fe. Una cosa me llamó mucho la atención de esta frase, cuando dice que es madre de todas las otras.  

Yo aprendí de ustedes, mi familia, a valorar y amar a nuestra madre, donde constantemente escuché expresiones como: «madre solo hay una»; «madre no es la que pare sino la que cría», «sabemos con certeza quien es tu madre pero tu padre no lo sabemos»; quizá fue este el motor por el que sentí que era importante averiguar por qué la Iglesia católica era madre. Comencé a estudiar el origen de las iglesias, iniciando por el mormonismo, estos nacieron en 1830, bajo las supuestas apariciones del ángel Moroni al profeta José Smith. Smith nació en el seno de una familia bautista. Los bautistas fueron fundados por John Smyth en 1605, a estos les precedieron los presbiterianos en 1560, y a estos los anglicanos en 1534 y finalmente a estos los Luteranos, fundados en 1517. Descubrí así, que antes de 1517 no existía ninguna otra iglesia cristiana que no fuese católica u ortodoxa. La gran mayoría de las denominadas iglesias evangélicas nacieron entre los siglos XIX y XX, antes de ellos estaban los protestantes históricos que ya hemos mencionado. Todos estos movimientos e iglesias hunden sus raíces en la división causada por Martín Lutero en 1517. Antes de él no existían. Ahora comprendo que a través de una ofensa hecha a la Iglesia católica el Señor me quería transmitir algo muy importante, verdaderamente la Iglesia era madre, no en cuanto a que de ella hayan salido todas las otras iglesias, sino en cuanto a que «madre solo hay una» y antes de ella, no existían las otras. ¿Cómo osan llamarla prostituta o ramera si les ha engendrado en la fe, el amor y la caridad? me preguntaba. 

No dejé mi pensamiento en un simple argumento histórico, no me contenté con la respuesta histórica, que bien hubiera podido bastar. En mi habitación, orando como lo hice la primera vez, pedí al Señor que me indicara ¿cuál era la fe verdadera?. Siguiendo el mismo método de entonces, abrí la Palabra y me salió el siguiente texto: Mateo 16, 13-19: 13 Y viniendo Jesús á las partes de Cesarea de Filipo, preguntó á sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? 14 Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros; Jeremías, ó alguno de los profetas. 15 El les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy? 16 Y respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17 Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos. 18 Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. 19 Y á ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. 20 Entonces mandó á sus discípulos que á nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.   

¿Quién dice la gente que soy? entendí que una cosa es lo que gente dice, muchos falsos pastores y falsos cristos dicen que Jesús es esto, o aquello u lo otro. Pero ¿quién decía yo que él era?. Comprendí que había iniciado una nueva aventura, saber quien era Jesús para mi. Había dado el primer paso, una relación personal, una oración basada en el encuentro de dos personas, un diálogo de tu a Tu con el Señor. Pero descubrí también que este camino no lo hacía solo, sino acompañado de una comunidad de hermanos que confiesan juntos la misma fe, una palabra mágica, que hasta ese momento no había descubierto Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Ante el abanico de iglesias que había encontrado en mi investigación personal, me encontraba con una expresión del Señor, que se repetía una y otra vez en mi mente: Mi Iglesia, Mi Iglesia, MI, ¿cuántas?: MI... Una sola, allí fue donde cobró sentido lo que ya les había dicho antes: mormones, evangélicos, pentecostales, bautistas, presbiterianos, anglicanos, etc, resalen al histórico hecho de 1517, perpetrado por Martín Lutero. ¿Antes de él que Iglesia estaba? Mi Iglesia, una sola y única iglesia. No lo podía creer. ¿Cómo era posible que esa Iglesia que todos critican, acusan y juzgan, pueda ser la Iglesia de Cristo? Ni las puertas del infierno prevalecerán contra ella, es decir, por muchos ataques y juicios que en dos mil años haya recibido, aún está allí, de pie, confesando Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente

No sabía que cosa hacer, cuando te conviertes a una iglesia protestante, el siguiente paso es el bautismo, pero si te conviertes al cristianismo católico ¿qué debes hacer? Yo no lo sabía, tenía 16 años, había sido bautizado de niño, había hecho la primera comunión, pero eso hasta ese momento no había significado nada para mi, lo había hecho sin conciencia y más tarde me había alejado de esa fe. La primera cosa que hice fue asistir a misa todos los domingos, conté con la gracia de que el padre Jaime Barrios, sacerdote de mi parroquia, era joven y muy buen predicador, lo cual me animaba en la fe cada vez que lo escuchaba. Quería conocer más y más sobre la Iglesia católica, fui descubriendo nuevas cosas, todo lo colocaba en oración, mi relación íntima con Jesús crecía y Él me indicaba el camino a seguir. Poco tiempo después de estar asistiendo sagradamente los domingos a la misa, me encontré con el padre Jaime por la calle, él me llamó y me invitó a formar parte de uno de los grupos juveniles de la iglesia. Yo estaba encantado, había visto eso como otra llamada especial del Señor en mi vida, a no conformarme con lo que recibía en la fe sino a ponerla en práctica en una comunidad cristiana particular. Por ese tiempo, uno de los grupos más famosos de la iglesia se llamaba «Carga Positiva», nombre que surgió del ideario de los mismos jóvenes que con tal intensidad como la corriente, querían transmitir la fe a los demás jóvenes del barrio. Así fue, por ese grupo pasaron muchísimas personas del barrio, hizo mucho bien, de él salieron vocaciones al matrimonio y otras a la vida consagrada. El grupo fue una especie de trampolín para vivir una experiencia de fe maravillosa, la Jornada de Vida Cristiana, un retiro-convivencia hecho por jóvenes y para jóvenes que quieren vivir su fe a la manera de Cristo. 

En Jornadas de Vida Cristiana comprendí otro eslabón de la fe, la gracia, muchos se esfuerzan por discutir si somos salvos por la fe o por las obras, cuando el Señor Jesús lo ha dejado tan claro, somos salvos por gracia, es decir, dicho castizamente, porque a Dios se le dio la reverendísima gana de salvarnos. La fe y las obras son dos brazos de la gracia. La salvación viene de Dios quien nos ha dado la fe por gracia (como don gratuito) la cual nos permite realizar buenas obras, porque como dice Santiago en el capítulo 2:   14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarlo? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: «Id en paz, calentaos y saciaos», pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, está completamente muerta. 18 Pero alguno dirá: «Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe por mis obras.» 19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 20 ¿Pero quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras está muerta? 21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras y que la fe se perfeccionó por las obras? 23 Y se cumplió la Escritura que dice: «Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia», y fue llamado amigo de Dios. 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe. 25 Asimismo, Rahab, la ramera, ¿no fue acaso justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26 Así como el cuerpo sin espíritu está muerto, también la fe sin obras está muerta.   

Un fuego nació en mi gracias a Jornada. sentí en mi interior, no solo el deseo de ser cristiano, sino además, de alimentar mi fe, no avergonzarme de ella y manifestarla por medio de mis obras. Pero en el año 2000, un evento trágico se hazañó contra nuestra familia, la muerte de mi hermano Piru, por lo que me entristecí tanto que me ensimismé. Afectó en parte mi relación con Dios, porque estaba furioso con Él, ya que no comprendía el por qué una persona tan joven como mi hermano tenía que morir de esa manera repentina. Me alejé por unos meses del movimiento y del grupo parroquial, es decir me alejé por un tiempo de Dios, incluso llegué a negar su existencia, esa fue mi noche oscura. A pesar de ello, Él no se alejó jamás de mi. Me sostuvo con su gracia. 

La Eucaristía, compartir la Palabra con mis hermanos de fe y realizar las obras de caridad a las que estábamos suscritos me hacían mucha falta. El Señor me hizo sentir sed como tierra reseca, agostada sin agua. Decidí regresar a casa, a mi iglesia. Esta vez cuando regresé al grupo y al movimiento, ya no solo lo hice como un cristiano más, sino como un líder. Coordiné por un par de años el grupo y fui elegido director de escuela en el Movimiento, es decir como el encargado de las reuniones de formación cristiana. 

¿Cómo veía mi familia esta mi experiencia de fe? En realidad no lo se como la veían ustedes, creo que para muchos, sino todos, este itinerario de fe es prácticamente nuevo, no lo conocían. Pero a mi familia inmediata, es decir mi madre, mi padrastro y mis hermanastros, no les fue totalmente desapercibido. Mis diversos problemas con ellos, incomprensiones, peleas, discusiones, que unas veces eran instigadas por ellos y otras veces por mi, mi luchas internas, mis rabias, mi no aceptación al sentirme un miembro de una familia que no era la mía, el desconocimiento de mi pasado y otras cosas, no menos importantes, fueron cambiando en mi. Ellos lo notaron, pero quizá mi experiencia de fe no les había tocado lo suficiente, cada uno hace su itinerario. La que más fue mi apoyo, luego de mi conversión, fue Gloria. Ella comprendía bien lo que había significado para mi este proceso de conversión. Ella intentó en en varias ocasiones seguir mis pasos, solo que mi padrastro era tan celoso que no permitía que ella asistiera a las reuniones de grupo, porque decía que allí solo se iba a conseguir novio (en parte tenía razón, pero recuerden que Dios se vale de todo para atraer a sus hijos hacia Él). Mi mamá y mi padrastro si veían reticentes mis continuas salidas a la Iglesia, reuniones, grupos, sobretodo cuando estas estaban acompañadas de sacerdotes. No eran muy partidarios de los sacerdotes. Ellos practicaban la magia, según ellos, blanca, y todo rechazo de la Iglesia a esas actividades las tomaban como una ofensa. Lo cierto es que Dios es el único que tiene poder y nuestra confianza se debe depositar únicamente en él. Acudir a la magia es desconfiar del poder de Dios. Yo nunca los enfrenté con este argumento, pero ellos sabían que ese era el pensamiento de la Iglesia, por lo tanto no podían aceptar que yo dijera algo contrario, me lo advertían desde antes. A nivel general no había rechazo a mi nueva fe, o más bien, a la práctica de mi fe, pero no les era totalmente indiferente. Las cosas cambiarían cuando decidí hacerme sacerdote.   

Vocación al sacerdocio: Como ya han leído, en ningún momento les he hablado de mi vocación sacerdotal, toda la experiencia de fe que les he contado, ha sido la experiencia de cualquier otro cristiano, que ha sido llamado a vivir su fe. Hasta este punto, no había sentido en mi, ningún deseo de ser sacerdote. De hecho, tuve dos relaciones de noviazgo. La primera fue Alejandra de la universidad, en el año 2000, con quien duré unos cuatro meses más o menos. Ella era evangélica de las Asambleas de Dios. Aunque nuestro amor fue un verdadero amor cristiano, la diferencia de fe no nos permitió tener una conversación que no terminara en discusión. Para la gloria de Dios hoy también ella es católica. La segunda fue Bibiana (así se escribe), con quien duré casi dos años (2002-2003), ella si era cristiana católica, comprometida, se hizo muy amiga de mi madre, que ya era un decir. Así que como ven, no tenía pensado ser sacerdote, no estaba en mis planes, aunque si debo ser sincero el matrimonio tampoco lo estaba. 

Dos cosas importantes sucedieron en ese momento de mi vida: Por una parte, en Jornadas de Vida Cristiana fui escogido para ser auxiliar interno de la jornada 22 masculina. Dicho compromiso despertó en mi un deseo más fuerte de consagrar totalmente mi vida a Dios, nació en mi el gusanillo de la vocación, pero no sabía lo que tenía que hacer. Le comenté a mi mamá (qepd) quien inmediatamente me demostró su desinterés por el tema, no quería saber nada de eso, fue un rechazo total. Nunca antes mi madre se había opuesto a una de mis decisiones con tanto ahínco. Cada vez que comentaba con algún miembro de la familia mi decisión, ella me torcía los ojos, como diciéndome que me callara porque qué iban a pensar los demás de mi. Las reacciones de algunos de ustedes, no fue, sin embargo, diferente a la de mi madre. Otros, aunque no estaban de acuerdo, me apoyaban en cuanto a que era una decisión mía y de nadie más. Aquí resalto el apoyo que recibí de mi hermana Monica, siempre que tuve problemas graves, ella fue mi refugio, fue, sin darse cuenta, la manifestación de que Dios no me abandonaba. 

Por otra parte, unos amigos me habían invitado a un grupo de oración en la Casa de Emaús y justo ese día estaban hablando de las diferentes vocaciones en la iglesia, allí conocí que a parte de los sacerdotes diocesanos, existían otras formas de consagrarse totalmente a Dios, a través de los votos de obediencia, castidad y pobreza. El padre fray Baudilio Montoya, de la Orden de la Santísima Trinidad, nos habló de la vocación a la vida religiosa y nos dio su testimonio de vida. Al final pasó unos formularios para quienes querían vivir una experiencia vocacional con la comunidad trinitaria de Bogotá. Algunos meses después, llegó una carta a mi casa en la que se me invitaba a la convivencia vocacional de junio de ese mismo año, estamos hablando de 2003. Viajé a Bogotá a escondidas de mi madre. La única que sabía de mis andanzas era mi novia Bibiana. Cuando conocí el estilo de vida de los frailes, su vida de oración constante, eucarística, Jesús como centro de todo lo que hacían, la puesta en común de todos los bienes; es como si el Señor hubiera tocado la fibra de lo más profundo de mi ser y me hubiera dicho «este es tu lugar». Estaba dispuesto a quedarme, pero los frailes me invitaron a cerrar capítulos en mi vida, entre ellos la universidad, pues ya me encontraba cursando el penúltimo año de la carrera. Temía que al regresar tenía que enfrentar dos: Bibiana y mi familia.Ya había tomado la decisión: Tu Señor me has seducido y yo me dejé seducir, me has forzado y has sido más fuerte, más fuerte  que yo (Jeremías 20, 7) 

Apenas llegué a Barranquilla, la primera cosa que hice fue hablar con Bibiana. Para mi sorpresa, ella ya se lo esperaba, y me dijo una de las cosas que demuestran el amor que sentía por mi y por lo cual me dejaba libre sin ningún remordimiento. Estas fueron sus palabras: «si hubiese sido por otra mujer yo hubiera luchado porque te amo, pero quien puede luchar contra Dios». Ese mismo día cortamos la relación. Lo más difícil fue hablar con mi madre, sabía que ella no tomaba bien las cosas que tuvieran que ver con la vocación, por mucho tiempo yo no había tocado el tema, así que decidí callar y no alimentar más la candela.  

En julio de 2004, viví otra convivencia vocacional en Bogotá, ya había pasado un año de la primera, ya había tomado la decisión, solo que debía cerrar capítulos como me fue aconsejado. Uno ya lo había cerrado, me faltaba poco para la graduación de la universidad, la hora de decirle a mi madre ya se acercaba. El 18 de diciembre de ese mismo año recibí mi graduación en Licenciado en Ciencias Sociales, una cosa en la que se había empeñado mi padrastro y mi mamá, ellos querían que yo fuera profesor, siguiendo los pasos de ellos, puesto que mi madre había sido maestra de básica primaria en su juventud, y él era profesor de español y literatura. Ambos me acompañaron a la ceremonia en Bellas Artes y me organizaron una reunión familiar en la casa del Concorde, me imagino que algunos de ustedes se acordarán de eso. Ese mismo día yo cerré con broche de oro la jornada, comunicándoles mi decisión. Mi madre se puso tan rabiosa que no quería saber nada de mi, mi padrastro solo callaba. En ninguno de los dos encontré apoyo, pero el Señor era mi fortaleza Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me acogerá (Salmo 27, 10). El 18 de enero de 2005, hice mi ingreso al postulantado trinitario de Bogotá. 

Ciertamente era difícil no encontrar el apoyo de la persona que más amas, mi madre lo era todo para mi. Se que ella no me odiaba, solo que, esto lo entendí más tarde, ella me estaba preparando para ser el bastón de su ancianidad. Alguno de mis tíos me recriminó eso precisamente, diciéndome que yo era un egoísta, porque yo debía haber sido el sostén de mi madre en los últimos años de su vida. Pero una cosa es lo que preparan los hombres y otra muy distinta lo que quiere Dios de ti, yo no lo había planeado, fue Jesús quien vino a mi encuentro, en un momento de fervor en mi vida, me enamoré de él y él me quiso para si. Contra eso yo no podía hacer nada. A pesar de que mi madre no me apoyaba, ni respetaba mi decisión y de que mi familia me miraba como un bicho raro, por hacer una cosa que a algunos de ustedes les parecía extraña, el Señor me sostuvo con estas palabras: Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas» (Josué 1, 9) 

Con el tiempo y la distancia mi madre fue cambiando de opinión, se daba cuenta de mi felicidad. Ella pasó del no apoyarme a la resignación, me dijo una vez «si no hay más nada que hacer»; luego pasó de la resignación a la aceptación de mi proyecto de vida: «si eso es lo que te gusta y eres feliz»; más tarde, pasó de la aceptación al apoyo. Aquí me detengo un poco más. En una ocasión, estando en el noviciado en Chile, había tenido una gran discusión con mi maestro de novicios, y estaba dispuesto a abandonar la Orden, no soportaba lo que en ese momento veía como injusticia, llamé a mi madre para decirle que me quería regresar a Colombia, ella me dijo estas palabras: «Todo lo que has luchado y todo lo que has sacrificado para estar donde estás, te has enfrentado incluso a mi, y ahora por una tontería piensas abandonar la barca. Yo se que lo tuyo es esto, así que lucha por tu vocación». Definitivamente estas palabras fueron de Dios en boca de mi madre. Me han acompañado a lo largo de caminar vocacional, en todos los momentos de crisis. Allí comprendí el otro paso de mi madre, del apoyo a la admiración y respeto hacia mi. Un último paso en su vida fue comprender que los hijos no son propiedad de sus madres sino que pertenecen a Dios. El día de mi ordenación sacerdotal, fue ella misma quien me entregó al Señor, y me repitió constantemente que la bendición más grande que Dios le había dado, era tener un hijo sacerdote. Palabras que fueron las últimas en balbucear la última vez que tuve la oportunidad de hablar con ella, en el hospital, un mes antes de su fallecimiento. 

Mi presente es de felicidad y el futuro lo miro con esperanza, porque estoy en las manos del Señor, a él pertenezco. No soy un santo, pero tengo claro que este es el camino al que Jesús me ha llamado para poder serlo. No soy un modelo de cristiano, pero espero que mi conversión, que aún no termina (porque es un proceso), les sirva para ponerse en marcha y no contentarse con vivir una vida cristiana en mediocridad. Deben ser protagonistas de su historia, pero recuerden que Dios es el autor y director de la película, solo él sabe cual es el final. Si seguimos lo que él nos manda, nuestro trabajo será impecable. Los amo y este amor que siento por ustedes es un don de Dios. Finalmente, todo esto no hubiera sido posible, si el Señor no se hubiera valido de la Iglesia católica y, en ella, de la Eucaristía, como instrumento para alimentar mi camino de fe, la fe no se vive individualmente, se vive en comunidad, ese es el sentido de la Iglesia, por ello les invito a conocerla y amarla. Todos los días en mi oración los tengo presentes y reclamo de Dios esta promesa hecha al carcelero converso «Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa» (Hechos 16, 31). Con el deseo de verlos, me despido de ustedes, que Dios los llene de su gracia, paz y bendición. 

sábado, 10 de noviembre de 2012

Santísimo Redentor, Jesús Nazareno Rescatado

Jesús Nazareno Rescatado
o Cristo de Medinaceli de
Madrid.
En esta ocasión, ya que tengo dos preguntas relacionadas con la imagen de Jesús Nazareno Rescatado, intento dar respuesta a ambas en el mismo artículo.

1. Desde Benicasim (España) ¿No fueron acaso los capuchinos quienes han dado a conocer la imagen de Jesús Nazareno rescatada por los trinitarios? 
2. Desde Bogotá (Colombia) ¿Por qué en algunas páginas web, llaman al Rescatado, el Cristo de Medinaceli?

Jesús Nazareno Rescatado, conocido también como el Cristo de Medinaceli, o Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, o Santísimo Redentor (Según su fiesta litúrgica), es una imagen de Jesús de Nazaret que data de la primera mitad del siglo XVII y mide 1,73 metros de altura. Evoca el momento de su Pasión cuando Pilatos lo presenta al pueblo, conocido popularmente como el Ecce Homo. Se encuentra en la Basílica de Jesús de Medinaceli en Madrid (España), antiguo convento de los Trinitarios descalzos y en la actualidad regentada por los Frailes Menores Capuchinos. Se desconoce al autor, aunque según algunos expertos, parece que pertenece a la escuela sevillana del taller de Juan de Mesa. También se desconoce a quien pertenecía antes de llegar al fuerte de la Mámora y cómo fue que llegó a ese lugar de Marruecos (aunque algunos historiadores capuchinos aseguran que era propiedad de una antigua comunidad de su Orden en ese lugar).

Mámora de Marruecos
Conocida también en el siglo XVII por "Fuerte de San Felipe de la Mámora" y a partir de 1643 por San Miguel de Ultramar, es una ciudad marroquí fortificada, situada en las costas del Atlántico y perteneció a España desde el 7 de agosto de 1614 hasta el 30 de abril de 1681, cuando fue tomada y saqueada por un ejército de unos 80 mil moros. Los defensores españoles útiles para la lucha eran apenas 160 hombres. El resto de los habitantes, hasta 314, no estaban en condiciones de tomar las armas. Viendo la enorme desigualdad de las fuerzas, los españoles no tuvieron otra salida que capitular. Todos serían prisioneros a excepción de unos cuantos capitanes con sus esposas y dos religiosos Capuchinos que hacían de capellanes. Los soldados españoles fueron conducidos como prisioneros a Mequínez. Con ellos se llevaron también las imágenes y los objetos de culto.

Fueron rescatadas en la decimocuarta redención de los Trinitarios
Descalzos, 17 imágenes, de las cuales la más famosa es la de Jesús
Nazareno Rescatado, venerada hoy en su propio santuario en Madrid.
Los moros profanaron las imágenes
Los moros profanaron las imágenes, hicieron con ellas muchos ultrajes y escarnios, las pusieron ante su rey Muley Ismaín, quien las mandó arrastrar por las calles de Mequínez. Testigo de ello, fr. Pedro de los Ángeles, religioso trinitario descalzo, viendo las imágenes tan maltratadas, entre injurias y afrentas, llorando llegó al rey moro, ofreciéndose a su rescate. Le permitieron recogerla y guardarla, bajo la amenaza de que si no cumplía su promesa, le habían de quemar vivo. 

Decimocuarta redención de los Trinitarios Descalzos
Esta redención fue realizada por los padres fr. Miguel de Jesús y María, fr. Juan de la Visitación y fr. Martín de la Resurrección, quienes desde la ciudad de Ceuta (al norte de Marruecos y perteneciente hasta hoy a España), dieron libertad a 211 cautivos de Mequínez, Fez y Tetuán. Con ellos, rescataron también las 17 imágenes.

Fresco en la iglesia de la Trinidad de
Algorta (España) que representa la leyenda
del Rescate. Foto: Fr. Sergio Pereira O.SS.T.
La principal de las 17 imágenes rescatadas era la de Jesús Nazareno, fueron llevadas a Ceuta, donde salieron a recibirlas las autoridades españolas de la plaza. Según una leyenda tardía, la imagen de Jesús Nazareno sería pagada por el peso de la misma en monedas de oro o plata -según quien la cuente-, la colocaron en una balanza y milagrosamente no pesó más que treinta monedas (clara alusión bíblica). Lo cierto es que los documentos dicen que cada imagen fue pagada por su justo precio. Las llevaron en procesión a la iglesia de los Trinitarios descalzos de Ceuta. Allí se cantó un Te Deum. Esto sucedió en el mes de enero de 1682. Luego fueron trasladadas a España.

Desagravio de las imágenes en Madrid
Luego de pasar por varias ciudades en el sur de España, llegaron las sagradas imágenes a Madrid, al convento de los trinitarios descalzos. El Ministro General de la descalzos, fr. Antonio de la Concepción dispuso la celebración de tres días de fiestas, con procesiones, misas, sermones y exposición del Santísimo, para la reparación (desagravio) de las imágenes. Se adornaron con riquísimas joyas y a todas se les impuso el escapulario trinitario en el pecho, como se suele hacer con los rescatados. En el altar central de la iglesia conventual se colocó la imagen de Jesús Nazareno y las otras imágenes se repartieron con orden  y proporción del altar.

Rescatado de Varsovia.
(Polonia).
La imagen de Jesús Nazareno se queda con los trinitarios
La imagen de Jesús Nazareno se quedó en el convento la Encarnación, de los trinitarios descalzos de Madrid, donde se colocó en altar particular. Los madrileños comenzaron a llamarle "el Rescatado". La afluencia de los devotos, hizo necesaria la construcción de una nueva capilla. En 1686 concedieron los Duques de Medinaceli un solar para construir la capilla, convirtiéndose en los patrones de la misma, pero a causa de la multitud de los devotos, a esta donación siguió otra en 1716, de un nuevo terreno para su ampliación. En 1723, el convento cambió el nombre por el Jesús Nazareno.

Los trinitarios propagan su devoción
En el siglo XVIII, los trinitarios se encargaron de propagar la devoción de Jesús Nazareno Rescatado. En todas sus casas prendió con fuerza esta devoción, tanto en España como en en Alemania, Polonia, Hungría, Austria e Italia. Incluso en 1705 se habla de una capilla construida en su honor en Vilna (Lituania) y otras tantas en las Indias Occidentales (América). En España son dignas de mención las réplicas que se hicieron en Sevilla, Alcázar de San Juan, Valencia, Alcalá de Henares, Toledo, Málaga, Granada, Algorta, Villanueva del Arzobispo y Andújar. Entre todas resalta la imagen venerada en el convento de Santa María de Gracia de los trinitarios de Córdoba, fabricada en 1713. Aún sobreviven en la Península, muchísimas cofradías cuyo titular es Jesús Nazareno Rescatado, las cuales jugaron un papel muy importante en la expansión de su culto.

En algunas iglesias de Roma se puede apreciar la imagen del Rescatado, adornada con escapulario trinitario. Es de notar que fue una devoción muy sentida en el siglo XVIII y una de sus más grandes devotas fue la beata Isabel Canori Mora, la imagen de su pertenencia se encuentra junto a sus restos en la iglesia de San Carlino de las Cuatro Fuentes en Roma.

Imagen venerada en
Vilna (Lituania).
Aunque los trinitarios no tuvieron comunidades en América sino hasta finales del siglo XIX, la presencia de las monjas trinitarias en Lima (Siglo XVII) y algunos obispos trinitarios en el "Nuevo Mundo", llevaron consigo la devoción a Jesús Nazareno, de hecho el padre fr. Eusebio del Santísimo Sacramento (gran propagador de su culto), habla de esculturas, estampas y medallas de dicha devoción en las Indias Occidentales. Con la llegada de los trinitarios al continente americano, especialmente a inicios del siglo XX, la devoción del Rescatado, fue una de las más aceptadas y valoradas por la población. Son muy famosas las imágenes de Buenos Aires, Hernando y Villa María en Argentina, Lima en Perú, y San Carlos de Ñuble y Santiago de Chile, en esta última se levanta un majestuoso templo en su nombre.

Con las nuevas presencias los trinitarios siguen llevando consigo la devoción del Rescatado. El Laicado Trinitario de Bogotá (Colombia) le tiene como titular. En Madagascar, Polonia y México es muy sentida esta devoción entre los internos en las cárceles y el SIT, Solidaridad Internacional Trinitaria, organismo general de la Orden, ha reservado el 23 de cada mes (por la fiesta del Santísimo Redentor el 23 de octubre), como día dedicado a la oración por los cristianos perseguidos a causa de su fe en Cristo, quienes padecen en carne propia los mismo ultrajes que Jesús y su sagrada imagen "padecieron".

Rescatado que veneraba la beata
Isabel Canori Mora. Actualmente
se encuentra en la iglesia de San
Carlino en Roma.
Culto litúrgico
Clemente  XII aprobó el 10 de diciembre de 1733 unos estatutos de los trinitarios descalzos, que dividían la Orden en dos familia, la hispana (que comprendía las provincias españolas y toma como titular al Santísimo Redentor) y la extrahispánica (provincias de Polonia, Italia y el imperio Austro-húngaro, cuyo titular era la Madre del Redentor). Al ser el titular de la familia hispana, el Santísimo Redentor se celebró desde un principio con gran solemnidad en los conventos trinitarios descalzos de España

El 22 de octubre de 1734 la Sagrada Congregación de Ritos concedió al convento de los trinitarios descalzos de Venecia, el oficio y misa del Redentor. Luego el 11 de diciembre del mismo año, lo concedió para toda la Orden descalza y en 1735 señaló su celebración para el 23 de octubre. Los trinitarios descalzos, identificaron desde siempre, esta fiesta del Redentor como la fiesta de Jesús Nazareno Rescatado, de tal modo que la S. C. de Ritos el 16 de marzo de 1833 la señala dos veces (23 de octubre para Roma y el primer domingo de septiembre para España) con la expresión Fiesta del Santísimo Redentor Jesús Nazareno. Con la unión de los Trinitarios en 1900 se conservó el 23 de octubre como fecha para la celebración de la Fiesta del Santísimo Redentor. Actualmente hay concedida indulgencia plenaria para toda la familia trinitaria que con las debidas normas (confesados y comulgados) visiten una iglesia de la Orden el día 23 de octubre.

Rescatado de Córdoba (Esp).
Foto: F. G. SanMiguel.
Supresión de los trinitarios en España y pérdida del convento de Madrid
En 1808, los franceses, al mando de Napoleón Bonaparte invaden Madrid. En 1810, el rey José Bonaparte decretó la supresión de todas las ordenes religiosas y obligó a los trinitarios, como a todos los religiosos, a abandonar su convento. Para evitar profanaciones, trasladaron la imagen del Rescatado a la Iglesia Parroquial de San Martín. En 1814 vuelve a la iglesia de los Trinitarios, hasta que el 16 de marzo de 1836 suprimida nuevamente la Orden Trinitaria por las leyes de Mendizábal y a requerimiento de la real e ilustre Esclavitud de N. P. Jesús se traslada la imagen de Jesús a la parroquia de San Sebastián de la Villa de Madrid, evitando que la imagen pasase al convento de los Trinitarios calzados de Atocha, convertido en un almacén destinado a deposito de imágenes y objeto religiosos incautados. Hasta 1835, los Trinitarios descalzos regentaron la capilla, cuando fueron exclaustrados. De echo siguieron siendo capellanes. 

En diversas manos hasta llegar a los capuchinos
A finales de Diciembre de 1845, el duque de Medinaceli, apoyado por las religiosas Concepcionistas de Caballero de Gracia, que en ese momento habitaban el antiguo convento Trinitario, solicita al Ministro de Gracia y Justicia el que vuelva la imagen a su antigua capilla. A pesar de oponerse a dicha petición la Esclavitud, el 18 de abril de 1846, la imagen de Jesús se traslada desde la parroquia de San Sebastián a su capilla en el antiguo convento de los Trinitarios. En este convento, ya no habitan los Trinitarios sino que desde 1845 hasta 1895, son diferentes congregaciones religiosas las que en el residen. 

Imagen venerada en la
iglesia de Jesús Nazareno
de Santiago de Chile.
Foto: El Arte de la Iglesia.
De las crónicas de ese tiempo se percibe que el culto al Jesús Nazareno del Rescate (el de la imagen original en Madrid) va decayendo. Los Trinitarios no se habían repuesto aún del golpe de las supresiones. Ante esta situación los Duques de Medinaceli, en conformidad con los deseos del Señor Obispo de Madrid, deciden poner al frente y servicio de la iglesia de Jesús Nazareno a los Padres Capuchinos, efectuándose la posesión de dicha iglesia el día 7 de julio de 1895. Desde esta fecha la imagen de Jesús va recuperando el culto, la devoción y el fervor por parte del pueblo madrileño, quienes a partir de entonces, comenzaron a llamarle el Cristo de Medinaceli (con esto creo responder a la segunda pregunta, aunque como leímos anteriormente, la vinculación de los Duques de Medinaceli con la imagen, data desde los primeros años de la presencia de la misma en Madrid). La actual basílica fue construida en 1930. Durante la guerra civil la imagen estuvo en diversos lugares de España, Francia y Suiza, para evitar que se perdiera en manos de los comunistas.

Como se deduce de esto último, los capuchinos fueron una pieza fundamental para la restauración y el cuidado del culto del Cristo de Medinaceli de Madrid. Sin embargo toda la devoción que gira al rededor de la imagen y la propagación de su culto en otras partes del mundo, bajo el título de Jesús Nazareno Rescatado, Cristo del Rescate o Santísimo Redentor, guardan estrecha relación con la devoción que los trinitarios y trinitarias (religiosos, monjas, religiosas, laicos y/o terciarios) manifestaron y siguen manifestando desde sus conventos e iglesias.

Fuentes
ALEJANDRO DE LA MADRE DE DIOS, Chronica de los Padres Descalzos de la Santísima Trinidad, Madrid 1707.
CURIEL, Arturo, El Rescatado de Antequera, [Málaga S.D.]
DOMINGO DE LA ASUNCIÓN, La milagrosa imagen de Jesús Nazareno, llamada de Medinaceli, y la Orden Trinitaria, en El Santo Trisagio XVI [1928].
EUSEBIO DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO, Novena de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Madrid 1705.
FERNÁNDEZ, Domingo, Historia del Cristo de Medinaceli, León [1982].
MELCHOR DEL ESPÍRITU SANTO, El Diamante Trinitario, Madrid 1713.
PORRES, Bonifacio, Jesús Nazareno Rescatado en su tercer centenario (1682-1982), Córdoba 1982. Libro sobre el cual baso la mayor parte de los datos históricos del artículo.
RAFAEL DE SAN JUAN, De la Redención de Cavtivos... Madrid 1686.
SATURNINO DE LA TRANSFIGURACIÓN, Devocionario Trinitario, Madrid 1909.
WITKO, Andrea, Gesù Nazareno Riscattato, Napoli [1999].