domingo, 30 de septiembre de 2012

San Juan de Mata, Fundador

Poco se sabe de los primeros
años de la vida de san Juan de
Mata. Imagen: el niño Juan de
Mata. En: Nacidos para la
liberación.
Preguntan desde Maracaibo (Venezuela)
¿Me podrías ayudar con una biografía sobre vuestro padre fundador?

Los primeros años de vida de san Juan de Mata
Se desconocen los detalles de los primeros años de la vida de San Juan de Mata. Lo que se puede rescatar de la tradición, es que nació en Faucon, en la región de Provenza (actual sur de Francia), probablemente hacia el año 1153. Una tradición más tardía dice que sus padres fueron los nobles Eufemio de Mata (probablemente caballero cruzado) y Marta.

Cuando cumplió la edad necesaria para comenzar los estudios primarios, ingresó en la escuela parroquial de Aix de Provenza. Por su cercanía a Marsella (ciudad portuaria sobre el Mediterráneo), tendría la oportunidad de viajar frecuentemente a ella, en donde vería con sus propios ojos el trágico mundo de la esclavitud y en varias ocasiones escucharía el grito de dolor de tantas familias que habían sido separados de sus seres queridos. Era el resultado de las guerras entre cristianos y musulmanes. Seguramente esto le dejó marcado y no comprendería en su tierna infancia, cómo el hombre podía vivir sin su libertad.

San Juan de Mata rechaza la cátedra de
teología. Pintura sobre lienzo de Vicente
Carducho. 1634. Museo de la Trinidad.
Madrid-España.
Maestro de teología en París
Al terminar sus estudios, se despidió de sus padres y marchó a París para comenzar sus estudios en la escuela catedralicia de Nuestra Señora (Notre Dame). Uno de sus profesores sería el famoso maestro Prevostino (o Prepositino). Seguramente por sus méritos, consiguió el título de Maestro de teología y llegó a enseñar en la misma escuela, la que más tarde sería la famosa “universidad de París”.

Las imágenes que de niño marcaron la vida de san Juan de Mata seguramente no le abandonaron jamás. Él mismo iba cultivando una vida de profunda devoción y espiritualidad. Quizá el mundo de la academia le permitía solo poder reflexionar sobre la cautividad de los cristianos perseguidos, pero no se sentía muy implicado en ello, se refugiaba en la oración para hacer algo por esos desdichados, por lo menos orar por la salvación de sus almas. Sin embargo, él quería algo más.

El Maestro Juan, frecuentaba la abadía de San Víctor en París, bebe de allí una marcada espiritualidad trinitaria, demás se relacionaría con los victorinos de tal modo que llegó a sentirse uno más entre ellos. Curiosamente no se hace victorino.  Los registros históricos dicen que se ordenó sacerdote de manos de Mauricio de Sully, obispo de París, hacia el año 1193, tendría aproximadamente unos 40 años, avanzada edad para la época, lo que puede dar a entender que en su juventud no se planteó el hecho de ser sacerdote.

La visión que cambiaría su vida
Cuenta la tradición de la Orden Trinitaria, que el día de su primera Eucaristía, en el momento de la consagración, san Juan de Mata tiene una visión, vio la majestad de Dios, a Cristo (Pantocrátor) sujetando a dos cautivos, uno negro y otro pálido, a manera de intercambio. Comprendería con ello que Dios le pedía algo más. Testigos de esta manifestación divina fueron: el obispo que le ordenó sacerdote, Mauricio de Sully, su amigo el Abad de San Víctor y su maestro Prevostino.

En el momento de la consagración en su primera Eucaristía, san Juan
de Mata recibe la inspiración divina que cambiaría el rumbo de su vida.
Foto: Detalle. Pintura sobre lienzo. Curia Provincial de los trinitarios
de la provincia de la Inmaculada (España Norte).
Para una mayor reflexión sobre lo sucedido, san Juan de Mata se retira de la cátedra y va al desierto (lugar boscoso propicio para la soledad) de Cerfroid. Allí conocería a san Felix de Valois, quien sería su mano derecha en la fundación y desarrollo de la nueva empresa. Una tradición señala que estando los dos hablando sobre la posible fundación de una Orden religiosa, divisaron un ciervo que llevaba en sus astas una cruz roja y azul.

En 1194 Juan, en compañía de Felix y otros compañeros (seguramente ermitaños del grupo de Felix y algunos compañeros de Juan en París), fundó la Casa de la Santa Trinidad de Cerfroid. En ella los “hermanos de la Santa Trinidad” llevarían una vida de oración y austeridad, pero diferente a los estilos de casas religiosas de la época. Para ellos, Juan de Mata escribió una Regla de vida, cuyo fin principal giraba en torno al Misterio trinitario y a la redención de los cautivos a causa de su fe en Cristo.

Según una tradición de la
Orden Trinitaria, el papa
Inocencio III, durante la
Ecucaristía recibió una
revelación que le animó a
aprobar la obra de san Juan
de Mata. Foto: Pintura sobre
lienzo, Iglesia de Triora-Italia.
El papa Inocencio III aprueba la Regla Trinitaria
San Juan de Mata no se contenta con la simple fundación de una casa, quiere expandir la obra que Dios le había encomendado, para ello, probablemente acompañado de su fiel hermano Felix, se dirige a Roma para conseguir la aprobación del nuevo instituto de la máxima autoridad de la Iglesia.

El papa Inocencio III pudo haber conocido a Juan de Mata, pues ambos frecuentaron los mismos claustros de la escuela catedralicia de París. Quizá esto le ayudaría para que le recibiese con alegría y esperanza, en mayo de 1198.

El Papa, se encontraba preocupado por la situación de los cristianos cautivos en manos de sarracenos, especialmente por aquellos de Tierra Santa. De ahí su marcado interés por el proyecto de Juan de Mata, pero seguramente quería que todo se llevara a cabo con la mayor prudencia, para no cometer errores, por eso hace esperar a san Juan de Mata un tiempo más.

Inocencio III aprueba la Regla
Trinitaria el 17 de diciembre de
1198. Foto: Pintura sobre lienzo
en Santo Tomás in Formis.
La tradición narra que el Papa Inocencio III, el 28 de enero de 1198, estando en la Eucaristía, tiene una visión que le convence de que la obra de san Juan de Mata es realmente querida por Dios y necesaria para la iglesia y para la sociedad, a saber: un ángel (vestido de túnica blanca con una cruz roja y azul en el pecho) con dos cautivos, uno blanco y uno negro, a manera de intercambio. Por ello hizo llamar a Juan de Mata y darle la aprobación de la regla. La regla fue aprobada el 17 de diciembre de 1198, por medio de la bula Operante Divinae Dispositionis.

Inocencio III, acogió bajo su protección las casas fundadas por el hermano Juan y regaló además, a los hermanos de la Santa Trinidad, la casa de Santo Tomás in Formis en Roma. En donde san Juan de Mata mandaría a construir un mosaico que dejará para la posteridad, la visión que había tenido en su primera misa. Aún hoy, se puede apreciar en el frontis de este antiguo convento el famoso mosaico y la cruz trinitaria.

Juan de Mata Redentor
La tradición señala que el mismo san Juan de Mata y otro compañero (quizá san Felix) fueron ante el rey de Marruecos, con las cartas de recomendación del Papa, para realizar la primera redención en 1199, rescatando a unos cien cautivos cristianos. Queda claro el hecho de que inmediatamente aprobada, la Orden Trinitaria, con san Juan de Mata a la cabeza,  se encargaría de cumplir su misión redentora.
Según la tradición de la Orden, san Juan de Mata junto con otro
compañero (quizá san Felix), realizó la primera redención de cautivos
en 1199 en Marruecos. 

Juan de Mata Fundador
Con bula en mano y la acogida del Papa, san Juan de Mata inicia una gran obra de expansión. Increíblemente la nueva Orden religiosa se extiende a lo largo del Mediterráneo y al norte de lo que hoy es Francia.

San Juan de Mata muere en el convento
de Santo Tomás in Formis el 17 de diciembre
de 1213. Sus reliquias se veneran actualmente
en la iglesia-santuario San Juan de Mata de
Salamanca (España). Foto: Fr. Sergio Pereira.
A la casa del Padre
El infatigable peregrino de la Trinidad, ya anciano (más o menos 60 años), en 1209, llega a la casa de Santo Tomás in Formis en Roma, y en ella, muere el día 17 de diciembre de 1213, legando al mundo y a la Iglesia una maravillosa obra que hasta nuestros días, a pesar de los avatares del tiempo, permanece en pie: la Orden de la Santa Trinidad.

Elevado a los altares
La persona de san Juan de Mata, aun después de su muerte, pasó por desapercibida, la excesiva austeridad que le caracterizaba a él y a sus hijos no dio lugar a la exaltación de la persona humana, tanto como a la gloria de la Trinidad. Sin embargo, desde los primeros años, luego de la muerte del santo, brotó una devoción particular en los hijos que recordaban a su padre con un entrañable afecto. Los trinitarios trasmitían ese amor a quienes compartían con ellos, a los cristianos que vivían cerca de las casas de la Trinidad, a los cautivos que fueron rescatados por los trinitarios y a los peregrinos o pobres que se acogían en los hospitales (lo que hoy llamamos hospederías u hospedales) de la Orden.

A san Juan de Mata lo
canonizó la devoción
popular. Su culto fue
reconocido por la Santa
Sede en 1666. Foto:
Escultura de san Juan de
Mata en la Columnata del
Vaticano.
Así, desde el pueblo llano fue creciendo la devoción hacia el fundador de la orden trinitaria. Hasta que en 1666, la Santa Sede reconoció el culto inmemorial tanto de san Juan de Mata como a su más grande colaborador, san Felix de Valois.

El 8 de febrero es el día señalado por el martirologio romano para celebrar su memoria, pero el calendario trinitario lo celebra como solemnidad, para toda la Orden y familia trinitaria el 17 de diciembre. Este año 2012, se inician la celebración del Centenario de su muerte. Sus reliquias se veneran en la iglesia de San Juan de Mata, custodiadas por los hermanos de la casa de la Trinidad de Salamanca (España).

Para profundizar puedes leer:
CALLISTO DELLA PROVIDENZA, Vita di san Giovanni di Matha fondatore dell’Ordine della Santissima Trinità per la redenzione degli schiavi, Roma 1894.
CASTAÑO, Reyes, Nacido para la liberación san Juan de Mata, Secretariado Trinitario, Córdoba 1985.
CROISSET, Juan, San Juan de Mata, Fundador de la Orden de la Santísima Trinidad, Redención de Cautivos, doc. 
LLONA, Germán, Fundador y Redentor Juan de Mata, Secretariado Trinitario, Salamanca 1994. 
[MARCHIONI, Ignazio], San Giovanni de Matha, fondatore dei trinitari, SE, Napoli [1996].
ROMANO, Angelo, S. Giovanni di Matha fondatore dell’Ordine della SS. Trinità, Vicenza [1961].
ZABALETA, Primitivo, San Juan de Mata fundador de la Orden de la Santa Trinidad y de los Cautivos, Secretariado Trinitario, Salamanca [1978].

viernes, 14 de septiembre de 2012

El Santo Nombre de María, una fiesta muy trinitaria

Preguntan desde Buenos Aires - Argentina.
He visto un calendario trinitario y me llamó mucho la atención que el 12 de septiembre celebran el Nombre de María como memoria obligatoria ¿Cuál es la razón? 

Estampita  del Santísimo
Nombre de María.
Antecedentes de la fiesta del Santo Nombre de María
El nacimiento de la fiesta litúrgica del Nombre de María en el siglo XVI (es menester aclarar que la reflexión teológica se remonta a la época de los Padres de la Iglesia), hunde sus raíces en la piedad mariana que caracterizaba al hombre medieval, el cual, exaltaba los privilegios de la Madre de Dios de muchísimas formas, principalmente a través del arte y la literatura. Su mayor interés era obtener la protección de la Virgen, pues ella era puerto seguro para quienes buscaban la salvación de sus almas. 

San Bernardo fue uno de los más grandes propagadores de la devoción al nombre de María, para él no podía la Madre de Dios tener un nombre más propio, ni que significase mejor su excelencia, sus grandezas y su alta dignidad, que el Nombre de María. San Anselmo, por su parte, lleva a un alto grado la devoción que sentía por el Nombre de María, que puede sonar a blasfemia, pues decía que a veces es más fácil obtener la gracia y la misericordia invocando el Nombre de María, que el de Jesús. Igual que ellos, otros santos como santa Brígida, san Bernardino de Siena, san Antonio de Padua, alababan y bendecían las glorias del Nombre de María.

El reporte más antiguo que se tiene sobre la celebración litúrgica del Nombre de María, data de 1513 en Cuenca - España, cuando el papa León X, -según una antigua tradición coquense-  concede a la catedral de la ciudad dedicar una capilla con ese título. Debido a la promulgación del Misal Tridentino en 1570, se hizo necesaria una nueva petición. Por esta razón, el canónigo Juan del Pozo Palomino, pidió y obtuvo de Sixto V, el 17 de enero de 1587, poder seguir celebrando dicha fiesta en la catedral, como fiesta de la octava de la Natividad de María y en 1588, logró que se le concediera a toda la diócesis de Cuenca.

San Simón de Rojas, es el fraile
trinitario mariano por excelencia.
Fiesta de la Orden Trinitaria gracias a la labor de san Simón de Rojas
Desde los orígenes de la Orden se ha visto un marcado interés en propagar la devoción a la Madre de Dios, pero no cabe duda que el religioso trinitario, mariano por excelencia, sería san Simón de Rojas, quien bien ha merecido el título de apóstol del dulce Nombre de María.

En España, entre los siglos XVI y XVII, fue san Simón de Rojas, el principal propagador del Dulce Nombre de María. Comenzó a celebrar esta fiesta cuando era Ministro de la casa de Cuenca (1591-1594) y fue su deseo extenderla a la Iglesia Universal.

Aprovechando su influencia en la corte de Felipe IV, como embajador extraordinario ante el papa Gregorio XV, el santo Rojas pidió al mismo rey que abogase ante el Santo Padre, por la extensión de la fiesta del Nombre de María. El 31 de mayo de 1622, el Papa concedió dicha celebración a los trinitarios de Castilla y a la diócesis de Toledo. El 5 de enero de 1623, gracias a la insistencia del padre Ave María, Felipe IV logró la extensión de la fiesta a todas las provincias españolas, de tal modo que pudiesen rezar el oficio del Nombre de María, todos los sábados (menos cuaresma y adviento).

San Simón de Rojas fundó también la Real Congregación de Esclavos del Dulce Nombre de María, el 21 de noviembre de 1611 en el convento de los trinitarios calzados de Madrid. Bajo la protección de la Congregación, el santo fundó una obra social benéfica que permanece hasta nuestros días: el comedor del Ave María. A pesar de su titular, la Congregación no pudo celebrar la fiesta, puesto que ésta -como se ha dicho- estaba limitada solo a la diócesis de Cuenca, por ello, tomó como patrona a la Virgen de la Expectación. Solo hasta 1622 las dos fiestas, el Nombre de María (en septiembre) y la Expectación (en diciembre) se pudieron celebrar por los congregantes con la misma devoción.

Capilla y comedor del Ave María,
fundado por san Simón de Rojas,
como obra social benéfica de la Real
Congregación del Dulcísimo Nombre
de María. 
La principal característica de la devoción del Nombre de María era el saludo Ave María, que se encontraba frecuentemente en la boca del santo Rojas. Ave María, eran sus primeras palabras en todos sus sermones, conversaciones, escritos, cartas, etc., al punto de que por muchas personas era conocido como el padre Ave María. Además, siendo Ministro Provincial de Castilla, mandó que todos los terceros domingos de cada mes se predicase sermones del Nombre de María, en todos los conventos de la provincia.

Con el tiempo se fue concediendo el privilegio de la celebración del Nombre de María a los trinitarios descalzos (1640), a varias diócesis de América regidas por obispos trinitarios, y a diversas diócesis y familias religiosas. Clemente X en 1671 la exetendió a todos los reinos de Carlos II, gracias a la petición de la reina Margarita de Austria.

Beato Inocencio XI, terciario trinitario, extiende la Fiesta a la Iglesia Universal
El papa Inocencio XI, terciario trinitario, conocía muy bien la devoción al Nombre de María y sería él, quien extendería la fiesta del Nombre de María a la Iglesia Universal. Para la fecha, san Simón de Rojas ya había muerto, pero había dejado un ramillete de comunidades religiosas y cofradías que deseaban que todo el mundo celebrara la fiesta. 

La Liberación de Viena: El sultán turco Mehmet IV (1642-1693), tenía la intención de crear una gran Turquía europea y musulmana con capital en Viena. Tantas había sido la expansión del imperio Otomano que alcanzó la ocupación de la ciudad.

El ejército cristiano a la cabeza del rey Juan III Sobieski de Polonia
derrota a los turcos el 12 de septiembre de 1683.
Mientras tanto los príncipes cristianos se encontraban enemistados entre sí. A pesar de ello, en 1683, el Papa Inocencio XI consigue ser el alma de la gran coalición cristiana, consiguiendo dinero en toda Europa para financiar a las tropas de los grandes y pequeños príncipes y pagando personalmente un destacamento de cosacos del ejército de Polonia.

Beato Inocencio III,
Terciario Trinitario, extiende
la fiesta del Nombre de María
a la Iglesia Universal.
El enviado del Papa ante el emperador, el beato Marcos de Aviano, aconseja que todas las insignias imperiales lleven la imagen de la Madre de Dios. El enviado papal, al amanecer del 12 de septiembre de 1683, tras haber celebrado Misa ayudado por el rey de Polonia Juan III Sobieski, bendice al ejército en Kalhenberg, cerca de Viena: 65.000 cristianos se enfrentan en una batalla campal contra 200.000 otomanos.  La lucha duró todo el día, ganando al final la tropa cristiana.

En agradecimiento a la Madre de Dios, Inocencio XI, mandó que se celebrase en toda la Iglesia, la fiesta litúrgica del Santo Nombre de María.

Celebración de la fiesta en la actualidad: Memoria Obligatoria
La fiesta del nombre de María estaba incluida en el calendario universal hasta la reforma promovida por el Vaticano II, que la suprimió, debido a que supuestamente estaba incluida en la celebración de la Natividad de la Virgen. Pero el Martyrologium Romanum de 2001 la recuperó, colocándola en el primer lugar de las conmemoraciones (memoria facultativa) del día 12 de septiembre. El Santísimo Nombre de María se celebra en varias diócesis de Alemania, Austria y Suiza, y se encuentra en los calendarios propios de algunas órdenes y congregaciones religiosas como los Marianistas y Maristas que la celebran con rango de Solemnidad y los Escolapios como Fiesta.

La Orden Trinitaria celebra el Nombre de María como Memoria
Obligatoria, manteniendo así una tradición de casi 400 años.
Los Trinitarios mantuvieron en su calendario hasta 1973 la fiesta del Santo Nombre de María y gozó de misa y oficio propio. Hoy se mantiene la celebración como Memoria Obligatoria, pero conservando lo que la tradición ha legado de propio.

Fuentes
ALIAGA, Pedro, San Simón de Rojas un santo en la corte de Felipe III y Felipe IV, BAC, Madrid 2009.
AA.VV., Storia d´Europa, tomo IV: L´Età Moderna. Secoli XVI-XVIII, Einaudi, Turín 1995.
D’ARVILLE, M., Anuario de María o el verdadero siervo de la Virgen Maria, II, Barcelona 1841.
CRUZ DE CARLOS, M., Una propuesta devocional femenina en el Madrid de comienzos del siglo XVII Simón de Rojas y la Virgen de la expectación. En: ÉNTIENVRE, J. (dir.), AA. VV. La imagen religiosa en la monarquía hispánica. Usos y espacios,  Madrid 2008.
MARÍA DE LA EUCARISTÍA, 12 de septiembre, El Dulce Nombre de María. En: http://mercaba.org/SANTORAL/Vida/09/09-12_Dulce_nombre_Maria.htm
MARTÍNEZ, J., El año mariano. Cada día con María, Madrid [2002].

jueves, 6 de septiembre de 2012

El Hábito desde los orígenes de la Orden trinitaria hasta hoy

Tradicionalmente se ha creído
que la procedencia del hábito trinitario
es de inspiración divina.
Preguntan desde Madrid - España:
Parece ser que los trinitarios habéis tenido distintos hábitos. ¿Cómo ha sido esa evolución y de qué época es el que lleváis ahora?

Desde San Juan de Mata hasta la expansión de la Orden
Según una antigua tradición de la Orden, el 2 de febrero de 1198, Inocencio III impuso el hábito a san Juan de Mata y a san Felix de Valois, el mismo que en días anteriores -supuestamente- el Papa había visto en la celebración de la eucaristía, a saber: un ángel vestido de túnica y escapulario blancos con una cruz roja y azul en el pecho.

Hábito con la sobrepelliz.
S. XV. Img. Robert Gaguin.
La vestición del hábito de manos de Inocencio III no se puede asegurar con claridad y en cuanto al primer hábito que vistieron los trinitarios, aunque la Regla no lo aclara, es probable que san Juan de Mata y sus compañeros vistieran el de los Canónigos Regulares de San Víctor, una túnica de lino (la de los trinitarios sería de lana) de color blanco y una Sobrepelliz de mangas anchas (como una especie de roquete grande). Sin embargo, en este caso, tampoco se tienen las fuentes suficientes para saberlo con certeza, salvo el hecho de que el signo externo -propiamente dicho- que identificaba a los religiosos era la capa, igualmente de color blanca y a la que iría unido el escapulario.

En las capas de los Hermanos se pongan los signos 
El dato más claro que ofrece la Regla trinitaria, respecto a la indumentaria de los frailes, es que en las capas de los hermanos se pongan los signos (RT 8). El Cardenal Vitry, que conocía distintos hábitos de su época, especifica que en las capas blancas fijan en el exterior una cruz roja y negra en medio del pecho (Les Origines, doc. 24, P. 115). Con la edición clementina de la Regla (1267) se especificarán los colores: pondrán sobre el pecho una cruz, cuyo brazo vertical sea de paño rojo y el transversal de color azul. (RTC 8) 

Reformado francés. S.XVIII.
Img: Historia de las Institu-
ciones Monásticas (HIM).
La forma de la cruz debió ser al principio como la que aparece en el mosaico de Santo Tomás in Formis en Roma, es decir, una cruz griega que se ensancha un poco al final de cada brazo (cruz paté).

Significado de los colores 
Por más que la Regla y cronistas importantes para la historia inicial de la Orden, como Jacobo de Vitry y Humberto de Romanis no lo especifican, la tradición ha visto un reflejo figurativo de la Trinidad en los colores: Tres son los colores del hábito, colores que simbolizan al padre, al Hijo y al Espíritu Santo (L’Ordre des Trinitaires, 26). Aunque a lo largo de historia se han hecho diversas interpretaciones del significado de los colores, como la ascética, que ve en el color blanco la castidad, en el rojo la obediencia y en el azul la pobreza; la cristológica que ve simbolizado en el rojo la humanidad de Cristo y en el azul, la divinidad; y la visión mística de san Juan Bautista de la Concepción: La Santísima Trinidad os da una dádiva celestial, que vistáis del color de vuestro enamorado Cristo, que es pureza, sangre derramada y celos de crecer cada día en más amarlo (Obras VI, 38). 

Canónigo Regular francés.
S. XVIII. Img:  HIM.
Lo cierto es que el elemento simbólico es muy importante para el hombre medieval, así que, no cabe duda de que san Juan de Mata e Inocencio III, dejaron impregnado en los colores del hábito su simbología trinitaria, el emblema de la Trinidad, que a causa de su visibilidad, no era necesario dar tantas explicaciones y mucho menos colocarlas por escrito, él mismo era una catequesis. 

De la imposición y la calidad del hábito 
Los candidatos cuando eran acogidos en las casas de la Trinidad, servían a Dios conservando sus vestidos seglares hasta el día de la ceremonia de imposición del hábito, la cual se hacía el mismo día de la profesión.

Fraile Inglés. S. XIV.
Img: English Monastic Life.
En su calidad, color y hechura, los trinitarios adoptaron como criterio: la sencillez y los decretos de los concilios: Sus vestidos exteriores serán cerrados, ni demasiado cortos, ni demasiado largos. No han de llevar telas de color rojo y verde (Can. 16 del concilio IV de Letrán).  Las prendas de vestir de los pobres eran de lana sin teñir, y los frailes trinitarios buscando la pobreza iban vestidos de día y de noche con túnicas blancas (Les Origines, 115: doc. 24)

Complementos del hábito 
El hábito se completaba con otras piezas. Se permite tener a cada hermano una pelliza (una especie de chaqueta pegada al cuerpo), que se ajustaba encima de la túnica. Era común en las regiones frías como en cerfroid. También formaban parte de la vestimenta los calzones de origen galo (especie de pantalones de tela, atados al talle). El calzado era el apropiado para los frecuentes viajes, generalmente albarcas.

Fraile Portugués. S. XV.
Img: Lembranças lusitanas.
Un hábito para cada nación 
En la medida en que la Orden de la Santa Trinidad se fue extendiendo, se hicieron necesarias ciertas adaptaciones de la indumentaria de los frailes. A partir del siglo XV, el hábito de la Orden variaba de acuerdo a cada región donde se encontraba. 

Para el siglo XV en Francia se conservaba casi el mismo hábito de los orígenes, una túnica de estameña (tejido de lana sencillo y burdo) blanca, con un escapulario de lo mismo y unida a él la capucha: sobre el escapulario tenía una cruz (paté) roja y azul. Al parecer usaban zapatillas cerradas. 

Con la reforma de Juan III en 1554, el hábito se compuso de una túnica y escapulario de paño blanco, con una cruz sobre la muceta de lo mismo, a la que estaba unida la capilla (capucha). Usaban calzado cerrado.

Trinitario Descalzo. S. XVII.
Img: HIM.
El 8 de octubre de 1580, mediante bula de Gregorio XIII, los ermitaños Julián de Natonville y Claudio Aleph recibieron el hábito en Cerfroid, dando paso a la reforma francesa. Estos frailes conservaron el mismo hábito, pero solo se les permitía estar calzados por permiso del general o del provincial.

En 1768, cuando se obligó la unión de todas las ramas trinitarias en Francia y se convirtieron en la Congregación de canónigos regulares de la Santísima Trinidad, mudaron el hábito, quitando la capilla del escapulario y uniéndola a una muceta que ponían encima de él. Continuaron con el uso de zapatos.

 
Monja calzada española.
S. XVIII. Img: HIM.
En los siglos XVI y XVII en Castilla y Aragón los trinitarios calzados llevaban un hábito compuesto de túnica, capucha y escapulario blanco con la cruz paté sobre este último. A causa de una disputa con los Mercedarios, se vieron obligados a abandonar la capa blanca y comenzaron a usarla negra con una capucha del mismo color. Los de la provincia de Andalucía se diferenciaban en que la muceta (esclavina corta) de la capucha estaba abierta por delante, y por la parte de atrás remataba en medio punto. Los recoletos de Valdepeñas, usaban el mismo hábito, solo que más burdo y austero. 

Con el breve del 20 de agosto de 1599, Clemente VIII autorizaba la independencia de los religiosos descalzos españoles (la rama de san Juan Bautista de la Concepción). Su hábito estaba compuesto por una túnica y escapulario de paño blanco con una cruz recta (eliminando la cruz paté) roja y azul, y una capucha unida a una muceta. Andaban descalzos con zandalias de cáñamo. Cuando salían del convento o del coro se colocaban una capucha y un manto (capa) bastante corto de color pardo oscuro que tiraba a negro, más adelante será totalmente negro.  

Monja descalza. S. XVIII.
Img: Dictionnaire des ordres religieux.
En Portugal tenían una variante del hábito que curiosamente conservaba la cruz roja y azul sobre la capa que era de color blanco (como en los orígenes). Usaban zapatos con evillas plateadas.

Las monjas y los laicos
El hábito de las monjas españolas era una túnica y escapulario blancos, con la cruz roja y azul (paté). Para ir al coro se colocan un manto negro. Las recoletas de la Madre Ángela María de la Concepción, usaban el mismo hábito, con la diferencia de que su cruz paté era más alargada. Las monjas descalzas llevaban el mismo hábito de los religiosos descalzos, de cruz recta.

Las monjas portuguesas usaban un hábito compuesto por una túnica sin corte hasta los pies con magas estrechas. Sobre el escapulario llevaban la cruz trinitaria todo de lana gruesa y blanca. La toca era de lino tapado sin artificios. Cuando tenían que aparecer al público tenían una especie de velo que les cubría el rostro casi que llegaba a los pies. Usaban sandalias de cáñamo.

Terciaria Trinitaria francesa.
S. XVII. Img: HIM.
El hábito de la Orden Tercera, compuesta por personas seglares, era un ropón blanco y un escapulario con una cruz encarnada y azul. Este hábito lo llevaban generalmente debajo de sus vestidos seglares. Aunque en algunas partes lo podían usar públicamente, tal como en París, donde usaban un hábito semejante al de los religiosos, solo que en vez de manto (capa), llevan sobre el ropón una especie de sotana abierta por delante y las mujeres, en lugar de toca, tenían un pañuelo en punta y debajo del velo negro una toca blanca. En algunas regiones de Francia llevaban al cuello una medalla de plata en triángulo. 

El hábito trinitario de hoy 
Como hijos de la Reforma de san Juan Bautista de la Concepción, el hábito que portan los trinitarios del siglo XXI, es el de la descalcés trinitaria. Aunque el uso del hábito no es común en los religiosos trinitarios de hoy, esto no quiere decir que se haya abandonado. De hecho el número 9 de las constituciones dice expresamente: 
“El hábito, signo de nuestra consagración y de nuestra fraternidad, consta, según la tradición recibida en la Orden, de túnica blanca con correa negra, escapulario blanco que lleva encima una cruz de color rojo y azul, y capucha igualmente blanca” (Const. 9).
Religiosos Trinitarios en Guatemala 2011.
Foto: Fr. Arsenio Llamazares.
En nuestros días se vive un ambiente de marcado interés, casi que general y no exento de polémicas, hacia la recuperación del uso del hábito, por lo menos con mayor frecuencia en los actos litúrgicos y en momentos comunitarios, tal como lo recoge el Directorio General de la Orden (Cf. Dir.Gral 23-26).

Fuentes
ALIAGA, P., la cruz de la Orden Trinitaria el signo distintivo de la Orden de la Santísima Trinidad en sus orígenes y en su contexto. En: Trinitarium, 17, 2008, pp. 89-126.
ANTONINO DE LA ASUNCIÓN, Les Origines, doc. 24, P. 115.
ASSUNÇÃO, A., Costumes Portugueses. Aguarelas Inéditas, Lisboa, Livraria Olisipo, 1999
CIPOLONE, G., Cristianità - Islam cattività e liberazione in nome di Dio, PUG, Roma 2003.
DELAVILLE LE ROULX, J., Cartulaire général de l’Ordre des Hospitaliers de Saint-Jean de Jérusalem, París 1891.
DESLANDRES, P. L’Ordre des Trinitaires pour le rachat des captifs, I, Toulouse 1903.
Diccionario Instituciones Monásticas, tomos I y II. Madrid, 1842.

LLAMAZARES, A. Instituciones Trinitarias, Doc. En:
http://www.mercaba.org/DIOS%20CRISTIANO/I/instituciones_trinitarias.htm

LLONA, G., Fundador y Redentor, Salamanca 1994.
LUIS DE SAN DIEGO, Compendio de la vida, virtudes y milagros del beato Juan Bautista de la Concepción, Madrid, 1820.
PUJANA, J. La Orden de la Santísima Trinidad, Secretariado Trinitario, Salamanca, [1993].
ZABALETA, P. San Juan de Mata, Secretariado Trinitario, Salamanca, 1978.